Yo elegí este camino,
lejos del río y del pasto.
Un camino polvoriento,
austero y esquivo,
donde gastar mis pasos.
Preferí ondular
las cimas y los picos
y jugar a volar
con un pié en el abismo,
que allanar la hienda
gastada de la herencia,
donde sacudirme el polvo
y vestirme de seda.
Ahora bajo la montaña
por el antiguo sendero
hasta hundirme en el lago,
reflejo del cielo.
A la deriva en sus aguas,
como un bote vacío,
descansaré solitario
sobre el silencio infinito.
viernes, 24 de febrero de 2012
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