jueves, 26 de marzo de 2009

Huída

Nada más hay que decir. Nada hay que entender porque nada se ha dicho. Nada mas que ese profundo y oscuro silencio, matriz y producto de todas las cosas. Ese todo infinito al que tiende el alma. La certeza de la duda.

Solo en ese momento de inanimada soledad, en la permanente impermanencia de todas las cosas, en el lapso infinito del tiempo, encontraré la luz que me ilumine, y me vacíe por completo. Abandonado, inanimado, vacío, vivo, completo y entero seré por fin nada más que lo que soy, solamente dedicándome a existir.

Unos pondrán una vela. Otros reirán mi duelo. Y otros temerán mi muerte o protegerán su vida:

Lo que se mira pero no puede ser visto está más allá de la forma;
Lo que se escucha pero no puede ser oido está más allá del sonido;
Lo que se agarra pero no puede ser tocado está más allá del alcance;
Son cosas tan profundas que evaden la definición,
Y pasan a ser un misterio.

En su ascenso no hay luz,
en su caída no hay oscuridad.
Un hilo continuo más allá de la descripción,
Perfilando lo que no puede existir,
Su forma es no-forma.
Su imagen es ninguna.
Su nombre es misterio.
Afrontándolo, no tiene rostro.
Siguiéndolo, no tiene espalda.

Comprende el pasado, pero atiende el presente;
De este modo se conoce la continuidad del Tao,
el cual es su esencia.

La gran perfección semeja imperfecta,
pero no decae;
La gran abundancia parece vacía,
pero no se acaba.

Una gran verdad parece contradictoria;
Una gran inteligencia parece estupidez;
Una gran elocuencia parece incomprensible.

Aunque parece que la acción vence a la contención.
La inmovilidad vence al deseo;
Así pues, el que permanece calmado es quien tiene el control.


El que persigue el conocimiento, adquiere tanto como puede cada día;
El que persigue al Tao, pierde tanto como puede cada día.

Alcanza un estado de inacción
Tal que sin hacer nada, nada queda sin hacer.

Lao Tse. Tao Te King.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Para mi mismo

Después de cien martillazos retumbando sobre el pecho.
Después de sentir la yaga cicatrizar sobre el fuego
y haber escupido sangre sobre el tintero,
ya no me queda fuerza para decir lo que siento.
No me quedan sentimientos,
sino una cueva sombría donde ardió un pequeño fuego.
Donde mis dedos benditos por la magia de los vientos
dibujaron estaciones, animales y otros cuentos.

Solo una manta espesa de negro zahíno y hielo
cubre los soles que un día prendieron el firmamento.
Sólo hay un camino recto.
Solo hay un mundo perfecto.
Solo un proyecto.
Solo estás,
solo has nacido,
solo te irás.
Pero no hay que temerse a uno,
hay que ser buen compañero y esperarse en el camino.

En el vacío profundo,
en el mismísimo abismo,
hay un tesoro, hay un mundo.
Nace en mi para mi mismo.

viernes, 6 de marzo de 2009

El brillo de una mirada.

En el entrópico mundo de cada minuto, de cada momento, se abren como abanicos las innumerables vías de las diezmil cosas. Las formas se redibujan ante la presencia inflexible del conocimiento y el hábito. Pero eso no debe confundir al caminante. Tras el biombo de la normalidad está latente el mágico mundo de lo infinito, la textura salvaje de lo real. Los designios lo revelan, si sabes observar. El lánguido descenso de las hojas y su planeado viaje surcando el viento frío del otoño. La sinfonía del agua chocando y deslizándose entre sus silenciosas cómplices, las piedras. El flujo infinito de información que catapulta el brillo de una mirada. Toda la magia de la realidad, todo contenido en cada cosa, en cada parte. Un universo de universos. Y una vida entera para descubrirlos.