martes, 23 de noviembre de 2010

Si algún día

Si algún día te das cuenta
de el dolor que me inflingiste,
buscarás una palabra
con que enjuagarme la boca.

Un perdón sincero y meditado,
construido sobre el hielo y las heridas
que trazaste en nuestros mapas.

Para volar de tu imagen
el dolor y el sufrimiento
y borrar las estúpidas palabras
que me hicieron preso.

Pero hoy surge en tu garganta
la llamada inefable y me doblego.
Aún se queja mi alma descarnada y sonajera
de tu risa intermitente.

No se rinden mis humores a encontrarte
como fuiste el día aquel.
Ni aún yo soy ya para ti como aquel día
en que encontramos un tesoro en una piedra
que entre tus manos fue pájaro.

Porque ayer caducaron
tus palabras tras tus actos
y hoy sus ecos aún se escuchan
derrumbando tu discurso
hueco y rancio.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Si ya no me deseas

Si ya no me deseas vete,
porque yo te deseo.
Si no quieres tenerme no te quiero,
porque solo eres un sueño.

Si solo eres un sueño seré un sueño
y viviré cerca de ti, surcando el cielo.
Arrebatando estrellas a los dioses
para forjarlas con tu luz en el deseo.

Pero no hay en ti sed que a mi te entregue,
y te doblegue,
al destino de ser uno,
cuerpo a cuerpo
ardiendo en dos.

Si tú quisieras

Mira mis ojos en los tuyos,
mi cuerpo errando por el mundo,
mis manos tercas que te buscan,
mis labios locos que te esperan.

Quiero encontrarte
al final de mis instintos.
Que vengas sola,
como el día claro,
a darte a mi
y que se pare el mundo.

Que caigan párpados
y vuelen manos,
y un calor inmenso
nos robe el aliento.

Y unidos por la piel que nos separa
encontrar cómo perdernos.

martes, 2 de noviembre de 2010

Tu recuerdo

Llega el frío poderoso
que desnuda los árboles
y hace huir a las aves.

Entra en las casas
y en mi cuerpo,
hiela mis huesos,
vuelve el cielo gris
y el alma un peso.

Pero puedo arroparme en un recuerdo,
en sus colores y perfumes.
Y calentarme las manos
en la ténue luz
del hogar que conocimos.

Puedo acostarme en tu risa
y abrigarme con las horas
que pasamos abrazados.

Entro en calor si recuerdo
tu piel de fruta madura,
tus mágicos ojos de hada,
tu abrazo de sol y canciones.

Porque aún mi corazón te canta
y mi cuerpo te recuerda.
Y surcan la herida que cura
para hallarte al otro lado
brillando amor.