La duda se entretiene en su reflejo
en los espejos de mi alma.
Se acabó morder el terso fruto
que me ofrecías anoche
y la barca que me llevara a la otra orilla
clama por una vela
que dé descanso a mis brazos.
Se hace tarde
y mis manos aún han de clavasrse en la tierra.
Mis pies vibran por rozar el cielo.
Y mi corazón,
al borde del abismo,
ruge, sueña, aprende y llora.
¿Dónde voy? Nadie me espera.
Único testigo de esta leve historia
juzgo y decido.
¿Hay un lugar? ¿Hay un quehacer?
Quizá buscar donde no hay.
Quizá encontrar
que no hay nada que hacer.
miércoles, 2 de junio de 2010
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1 comentario:
no dejes de buscar pequeño...
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