Fíjate pequeño amor,
que mientras tú y yo jugamos a querernos
la primavera ha conquistado
la rama del cerezo.
Y mientras abrazados estábamos,
la cálida luz y el suave aroma
de su cuerpo inalcanzable
ya danzaba por los riscos y los valles.
Salgamos de esta oscura alcoba
al sol radiante.
Buscaremos con el pecho
el calor del mediodía
y al atardecer los chopos
y el agua fresca del río.
Salgamos de la cueva del invierno
donde pintamos leyendas de amor y hierro.
Abandonemos el hogar aún caliente,
sin miedo del invierno.
Salgamos a buscar un hogar nuevo
donde poder encontrarnos:
entre la tierra y el cielo.
Inmenso como el mundo,
pequeño como este amor
pequeño.
lunes, 18 de abril de 2011
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