miércoles, 18 de marzo de 2009

Para mi mismo

Después de cien martillazos retumbando sobre el pecho.
Después de sentir la yaga cicatrizar sobre el fuego
y haber escupido sangre sobre el tintero,
ya no me queda fuerza para decir lo que siento.
No me quedan sentimientos,
sino una cueva sombría donde ardió un pequeño fuego.
Donde mis dedos benditos por la magia de los vientos
dibujaron estaciones, animales y otros cuentos.

Solo una manta espesa de negro zahíno y hielo
cubre los soles que un día prendieron el firmamento.
Sólo hay un camino recto.
Solo hay un mundo perfecto.
Solo un proyecto.
Solo estás,
solo has nacido,
solo te irás.
Pero no hay que temerse a uno,
hay que ser buen compañero y esperarse en el camino.

En el vacío profundo,
en el mismísimo abismo,
hay un tesoro, hay un mundo.
Nace en mi para mi mismo.

No hay comentarios: