viernes, 6 de marzo de 2009

El brillo de una mirada.

En el entrópico mundo de cada minuto, de cada momento, se abren como abanicos las innumerables vías de las diezmil cosas. Las formas se redibujan ante la presencia inflexible del conocimiento y el hábito. Pero eso no debe confundir al caminante. Tras el biombo de la normalidad está latente el mágico mundo de lo infinito, la textura salvaje de lo real. Los designios lo revelan, si sabes observar. El lánguido descenso de las hojas y su planeado viaje surcando el viento frío del otoño. La sinfonía del agua chocando y deslizándose entre sus silenciosas cómplices, las piedras. El flujo infinito de información que catapulta el brillo de una mirada. Toda la magia de la realidad, todo contenido en cada cosa, en cada parte. Un universo de universos. Y una vida entera para descubrirlos.

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