sábado, 13 de junio de 2009

Kung-Fu

A ningún sitio me dirijo y de ninguno procedo.
Como el junco o la hoja dejo que el mundo me arrope,
que el viento sople y me de forma
o que guarde su aliento y se retire,
dejándome postrado.

Como un niño aún descubro cada cosa,
pintada de colores por la luz
o labrada por las manos.
Dejo que el sol me enseñe su luz
y la luna su poder inmaculado.

Soy como la tierra fértil,
todo me traspasa,
pero nunca en vano.
Dejo que penetre en mi,
sin esforzarme,
aquello que ya me pertenece.

No lucho contra aquello que me oprime,
con un giro improvisado utilizo su energía
para llegar aún más lejos,
y luego dejarme caer.

Ahora todo está en continuo movimiento,
movimiento espontáneo e infalible,
y yo con él como el águila que descansa,
dominando un territorio
y surcando las corrientes.

1 comentario:

Vanessa dijo...

Solemne.
Me dejas sin palabras.
Precioso.