lunes, 15 de junio de 2009

La Tormenta

El silencio precede a la tormenta.
Es un silencio áspero, de lija,
que aniquila mis sentidos
con su agrio sabor recalcitrante

Luego viene el viento inquieto,
el aire erizado por la humedad
que embriaga de olores distantes
cada inspiración pausada.

Se introduce en los pulmones
y en la sangre.
La tormenta te posee en la distancia.
Sibilina y susurrante se aproxima
destellando.

Cada uno de sus pasos ilumina
las cimas de los árboles,
las colinas y las puntas encrestadas,
dibujando el horizonte en la noche cerrada.

Te cautiva por su esencia destructora,
y su avance implacable, improvisado,
azaroso pero exacto al mismo tiempo,
te hipnotiza.

Pero ella no conoce lo mundano,
es por ser,
nace y muere,
no conoce,
no procede ni deviene.

No conoce y no elige.
Solo avanza, vehemente,
esgrimiendo lluvia y viento,
oscuridad, luz y fuego.

Remolino salvaje que transporta el caos
de donde todo ha nacido,
para luego morir repentina y fugaz,
fertilizando el orden.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me dan miedo las tormentas ssssshhhhh.
ciegas avanzan,yermas se quedan ,
torbellinos de agua ,que absorbe la tierra.
ansia al fin del albor de la paz serena.