Ya casi nada queda de un ayer borroso bañado por el olvido. Olvido a la sombra de un momento inoportuno, una palabra herida y un corazón desesperado. Ya casi nada queda de lienzos en blanco donde hundir nuestros pinceles buscando el color de un sueño, de noches y vinos llenos como la esperanza, de amaneceres risueños con gafas de sol. Casi nada de los barcos de mi mente buscando la dimensión del espacio infinito. Casi nada de las largas horas, de las voces, empastadas y trenzadas en el humo de un cigarro.
Casi nada no es el "nada", pues la Nada no me asusta, a lo que temo es al "casi".
miércoles, 28 de enero de 2009
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