Ven a mirarte en mis ojos de vidrio
y no temas tu reflejo ni tu sombra.
Suelta tu peso y ven a volar conmigo
donde el sol cubre la tierra.
Ven con tus pequeños pies de ángel
y tus labios de fruta.
Con tu cuerpo de miel
y tus ojos de muñeca.
A envolverte con mi seda
y a esperar en un capullo
a que nos crezcan las alas.
Soy solo un cuerpo agudo
que baila en el laberinto.
Pero olvido fácil el tiempo,
el espacio y el ladrillo.
Quiero despistarme un día y encontrarte,
perdida en esta belleza infinita
de la que procedes.
Y que me encuentres en tus labios,
como una perla.
miércoles, 20 de octubre de 2010
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