Me equivoqué
con los elfos y las hadas.
Con la luna solitaria
y su blanco cuerpo plata.
Con las las afinadas notas
que la lluvia susurraba
en mi corazón desierto
de música recitada.
Me equivoqué con las rosas
y sus sueños espinados.
Me equivoqué con la risa,
con el amor y la espada.
Porque el que ama se arriesga.
El corazón en la mano.
Y duele cerrar la llaga
de un pecho deshabitado.
Ungido por el perdón
dejo mi papel a un lado.
Ya no se va mi energía
en llorar lo equivocado.
Yo te espero como el aire,
como siempre te he esperado
circundando la alegría
de que me invites al baile.
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