jueves, 5 de febrero de 2009

Revelación

Suscitado por las cumbres borrascosas de la conciencia,
sigo estelas malditas de corazones desgarrados.
Aferrado clandestinamente al polvo y la muerte.
Perseguido por la eterna ausencia de lo presente,
de lo efímero.

Consentido por ojos sin vida cual globo de vidrio inerte
fui a caer en las ansias carnívoras de la nada.
Nada de ambición impoluta en los textos ni en la música.
Nada de relajo en el ausente fluido del tiempo.
Nada del suave mecer de la brisa y el cálido sol del invierno.
Nada fue dejado al antojo de un dios único y severo.
Un dios personificado como los colores de los cuadros.

Un ausente lamento de silencio recorre el alma de lo intangible.
Una música celestial oculta tras el ruido del tránsito humano.
Un secreto a voces, tan cerca que no es visible.
Tan cerca que es lo que eres.

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