viernes, 7 de enero de 2011

Acero.

El aire negro me obliga
y un sol azul grita viento
con que taparme la boca
y arrebatarme el silencio.

Laberinto lastimero
asfixiado en sus raíces.
Trampa y sueño de vivir
y ser felices.

¿Porqué ya no tengo brazos?
¿Porqué siempre llora un niño
en mis recuerdos?
Como eco metálico
barriendo sueños.

Ahora sangro hiel y agujas
y mi saliva es de hierro
y no quiero seguir siguiendo
este surco hueco y muerto.

Un surco de almas gastadas
por la lija de los tiempos.
Una lija suave y fina
que te envuelve en el infierno,

Donde yerran cuerpos huecos
y en la deriva se agolpan
para comer la carroña
de otra vida,
que ahora es sombra.

Pero la espesa miseria
de, este, nuestro pozo negro
a veces deja brillar
entre la niebla un anzuelo
con que rajarte la boca
por un ratito de cielo.

Y es que aveces,
más que pan,
lo que prefiero es acero.

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