Otra vez me atrapas en tu manto oscuro.
Me hielas con tu blanca presencia.
Otra vez me incubas, me amojonas
y me inyectas tu fervor, tu reverencia.
Te pregunto con susurros,
no respondes.
Por encima de tu hombro
leo el libro.
Dame pistas de tus intenciones,
porque nunca el cascarón se rompió solo.
Desde dentro pica hacia fuera y desde fuera hacia dentro.
jueves, 23 de octubre de 2008
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