Sereno, tranquilo.
Sus movimientos parecen haber sido ensayados a cámara lenta.
Acaricia lo que toca. Disfruta de cada acción, cada segundo.
Su cuerpo es de piedra y acero, viento y sombra.
Su presencia ilumina los espacios, y su voz,
como el murmullo del agua, resuena en las copas de los árboles.
Todo lo que él es, es él. Es el canal de canales.
Insemina con amor todos los sueños.
Ríe y sufre. Y no en vano, cada emoción es bendita.
Surgió del vacío y al vacío se encamina. Como un santo.
lunes, 6 de octubre de 2008
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