miércoles, 31 de diciembre de 2008

El Umbral Imaginario

Se giró frente a la puerta y esgrimió su sonrisa una última vez para todos. Un suspiro y una mirada triste conmocionaron a los presentes. Allí plantado, agitando la mano en alto, con la maleta en la mano, su apariencia era más hilarante que patética.

Y es que en realidad no había motivos para la tristeza y sí muchos para la alegría. La puerta rebosante de luz que le enmarcaba en su despedida era un mar infinito de posibilidades. Seguramente al cruzarla no notaría nada especial y todo parecería seguir siendo igual que antes, pero el universo entero ya conspiraba, a través de la puerta, para cumplir, uno a uno, todos sus deseos.

A él le embargaba la curiosidad, y estaba más que absorto imaginando qué habría mientras saludaba. Muchos le gritaban palabras de ánimo, aunque algunos también le insultaban y otros ni siquiera habían ido a despedirse. Tampoco importaba porque él no escuchaba nada. Ni siquiera estaba allí. Su imaginación volaba como un rayo entre bosques de helechos flotando en la niebla, riberas nocturnas donde se mira la luna, cumbres nevadas con vistas al desierto...

Volvió en sí sobresaltado, empujado por una ráfaga de viento que lo sacudió violentamente e hizo juguetear el cinturón de su gabardina.
-Ruge Mistral...- pensó, y sin dudar se sumergió en la luz y desapareció tras la puerta.

No hay comentarios: