Ante el tránsito de sucesos día a día
que no entiende nuestro pálido cerebro.
Ante el susto, la sorpresa,
la decepción o la ira,
hay una imagen dorada a la que acudir sereno
como a un templo o a un refugio
llega al fin el peregrino.
Lejos del mundo enmarañado y su cenicienta sombra.
Lejos de los cuerpos errantes y las máscaras sagradas.
En el único punto del espacio donde todo es posible.
La totalidad de las posibilidades.
viernes, 5 de diciembre de 2008
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